http://www.noticiasdealava.com/ediciones/2008/04/26/opinion/colaboracion.php
http://www.arabaonline.com/2008/04/26/%c2%bfestara-realmente-vacio-el-pendon/
esTE fin de semana, en la Plaza de la Provincia, Mateo Benigno de Moraza se retorcerá en su interior de bronce cuando vea frente a él un mástil vacío junto con los pendones de las siete cuadrillas que en Álava son. El de la octava cuadrilla dirán algunos. El de la incompetencia, opinarán otros. El de la realidad simbólica diré yo mismo.
Apelando al genial Jorge Oteiza a quien tendríamos que homenajear en el enclave, el mástil estará lleno, pero lleno de vacío. El mejor pendón para el enclave. Porque si algo lo caracteriza, si por algo es conocido y recordado es por ser un eterno agujero en el mapa. Ese espacio vacío que ocupa el centro de Araba. Un vacío simbólico y existencial que bascula de una comunidad a otra, de una coyuntura a otra. Un vacío en el que los que existen no siempre son conscientes de sus “peculiaridades” y donde los que son conscientes, muy a menudo, no existen oficialmente.
Sociológica y demográficamente el enclave está cambiando. La expansión de Vitoria ya no se limita a la segunda vivienda. Ahora es gente que se queda a vivir. Pero este aumento no se ve reflejado en su justa medida en el padrón. Por poner un ejemplo, en La Puebla de Arganzón se han construido en los últimos años cerca de 200 viviendas, de las que casi 130 son unifamiliares o adosados. Pues bien, si en 1997 La Puebla tenía 275 habitantes, hoy ronda sólo los 450. Menos de un habitante por nueva vivienda.
Los nuevos residentes son urbanitas. Jóvenes familias con necesidades y modos de vida distintos. Gente más centrada en lo suyo, en sus servicios y en sus hipotecas, y muy a menudo poco amigos de revueltas, rebeliones y demás posturas militantes, como en Vitoria-Gasteiz. Son gente práctica. Pero en esto se parecen mucho a gran parte de los “autóctonos”. Si me tengo que empadronar donde sea para un sorteo de pisos, una ayuda de libros, un colegio, una residencia, un curso en un centro cívico o lo que sea, me empadrono. Al final, y siendo realista, sólo hay dos motivos para permanecer clavado en el enclave. Uno es irracional, sentimental, comprometido y coherente. El otro es más pragmático y tiene que ver con la deducción por la hipoteca.
Podría decirse, y hay quien de hecho lo dice, que ya está bien de que Álava regale dinero a unos desagradecidos. Pero eso es falso. La mayoría de nosotros somos incluso rentables para Álava. Allí cobramos dejando nuestras retenciones y allí gastamos dejando lo que no nos retienen. Por otra parte, un cierre de ayudas al enclave perjudicaría, como siempre, a los que no engañamos. Además, muchos de los que se movilizaban están cansados de darse siempre con el mismo muro, de ver cómo ni los unos ni los otros, ni los de aquí ni los de allí son capaces de avanzar.
Pero siempre podemos aprovechar las oportunidades. Mirar hacia el futuro y buscar soluciones. Así deben comprenderlo los representantes forales y los municipales, y buscar por vía de los convenios garantizar niveles asistenciales y de oportunidades semejantes a quienes viven en el enclave y a quienes lo hacen en Peñacerrada, en Tuyo, o en Manzanos, por poner núcleos cercanos y hasta vecinos. Por eso deben avanzar en medidas concretas que consigan regularizar la relación entre los habitantes reales y legales.
Porque no se trata de subsidiar ni regalar nada sino de avanzar en la resolución de un contencioso que pasa por algo tan simple como el respeto a la voluntad ya expresada por la ciudadanía. Un conflicto administrativo al que lastran de por siempre ramificaciones políticas, y que por tanto a los políticos corresponde resolver. Aquí, en Gasteiz, en Burgos, en Valladolid y en Madrid. Está bien reclamar de la ciudadanía una mayor implicación, un mayor compromiso. Pero no hemos de olvidar la oportunidad que representa para Álava tener a tanto alavés “bien colocado”.
Pocas veces en la historia hemos tenido ni volveremos a tener un presidente y un miembro de la mesa del senado, dos portavoces sustitutos de los grandes partidos españoles, y hasta un diputado cuya experiencia e implicación con este asunto quedan fuera de toda duda. Todos tendremos que movernos, y dejarnos pelos y siglas en la gatera, y buscar lugares de encuentro y escenarios de solución. Los Rojo, Rabanera, Alonso, Jáuregui y Olabarria allí. Los Agirre, Rodríguez, Ortiz y Renedo aquí. Y todos deben hacerlo apostando de una vez por solucionar un problema más que por apuntarse un tanto, echar balones fuera o demorar las cosas hasta el infinito. Respecto a la ciudadanía, que nadie nos mire como a marcianos, a pasotas o a aprovechados, que cuando se nos acusa de no movilizarnos como antes, igual es porque echamos de menos aquellas movilizaciones de antaño en las que se daban dos circunstancias hoy ausentes, pluralidad y dosis suficientes de esperanzas en su utilidad.
Mientras tanto, seguiremos homenajeando a Oteiza en el centro mismo del territorio alavés.
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